Thursday, January 8, 2009

el alma

Hortelanas,

Si bien no somos cirujanas del alma tampoco somos ajenas a los turbios designios de un alma olvidada. El alma no es el cuerpo, pero este es el ánfora que la contiene. Un ánfora permeable a los humores de aquella.

Hay almas lúgubres,

Almas ajenas,

Almas sin almas,

Almas sabias,

Almas viejas,

Almas sobrias y

Almas elegantes, hay

Almas que se quejan y

Almas que rebozan alegría, hay

Almas generosas y otras

Misteriosas….

Hay tantas

Almas como ánforas que las contengan.

El alma nos define, nos va dibujando, contorneando, dando el límite preciso del carácter individual…..el alma es susceptible a cambio y es ella lo que hemos de evolucionar, por eso el cultivo del alma es una labor de alquimistas y sus resultados transforman al hacedor, en este caso a nosotras hacedoras de mundos intangibles que toman formas en la materia palpable de cada día.

El carácter sagrado del círculo radica allí; en vernos las unas a las otras y a la vez a nosotras mismas con ojos de corazón abierto, con la implacable mirada que llega desde la Verdad, con el dulce canto de la palabra sentida. Este es el canto curativo, el canto que nos lleva al origen de las cosas, allí donde nace la gloria y el infortunio. Es en el Verbo donde se sostiene el aliento del alma.

El carácter sagrado del círculo radica allí, en la disciplina que nos da seguir el impulso del alma. Almas buscadoras son encontradas por aquello que necesitan y no siempre es lo que buscan, pero la búsqueda es el camino del encuentro.

El carácter sagrado del círculo radica allí en ese encuentro; a veces jovial, a veces escarpado, otras caótico pero siempre es un logro estar allí, encontrarse de nuevo dueñas del exquisito placer de hacer la voluntad a pesar de que a veces la voluntad no es todo placer.

El arte del cultivo es un arte que se afina en la íntima relación con las estaciones, con los giros y los cambios, con lo perfecto de lo cíclico, de lo hormonal, de circular en espiral; siempre en apariencia lo mismo pero nunca igual.

Es aprender a descongelar la nieve para poder caminar, o a recoger las hojas viejas para poder continuar, descansar bajo la tibieza de la primavera para poder reír y protegerse del fuego ardiente del verano para no arder.

El alma se cultiva y ella es el fin último de nuestra trascendencia y el circulo el es ánfora del alma colectiva y cada una su espejo y su expresión particular.

Me siento plena cada luna cuando reconozco en la oscuridad de la noche el fulgor de nuestros círculos en el cielo.

¡Namaste! la diosa en mi reverencia y saluda la diosa en todas

En este saludo van todos mis deseos para que el 2009 sea un año de realizaciones, hallazgos y mucha conciencia de amor.

Hortensia Hortelana del alma

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