“Adéntrate en tí mismo para ver lo profundo que está el lugar de donde fluye la vida”
Rilke en Cartas a un joven poeta
Permite que esta imagen te haga soñar. Déjate arrastrar a las profundidades del mar, a las profundidades del alma. La materia del mundo está ahí para que hagamos con ella imágenes que se conviertan en tabernáculos de espiritualidad y en cálices de misterio. El arte no se encuentra sólo en el estudio del pintor, también aquí y ahora (donde te encuentres en el momento de leer esta invitación).
Una de las artes sagradas es el cuidado del alma, esta requiere del cuidado de la vida. Vivir esto en profundidad significa estar atento a las pequeñas cosas que mantienen comprometida el alma, sea lo que sea, y esto es el corazón mismo de la actividad de cultivar el alma.
En este sentido, el arte presta un importante servicio al alma, y sólo exige algo tan simple como DETENERSE. Nuestras artes cotidianas detienen momentáneamente el fluir de la vida, de modo que los acontecimientos puedan ser sometidos a la alquimia de la reflexión. Muchas de las artes que se practican en el hogar son especialmente nutritivas para el alma, por eso esta luna nueva la hemos querido celebrar en el hogar de una hortelana del alma. Pondremos especial atención en los arreglos florales, los alimentos y nuestro espacio.
El arte invita a la contemplación, y a intensificar nuestra presencia con el alma en el mundo, para verlo más vívidamente y con mayor profundidad. Solo cuando el mundo entra en el corazón podemos llegar a convertirlo en alma.
Al trabajar con nuestra alma, recordamos y recibimos instrucciones de nuestros ancestros, y obtenemos el don que dejamos a las generaciones futuras, trascendiendo los límites de una vida personal. El alma se complace en un sentido más amplio del tiempo y de la comunidad. Nuestro arte sencillo captura lo eterno en lo cotidiano y es lo eterno, lo que alimenta al alma.
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